martes, 25 de agosto de 2015

Refugio.

Bastantes son las veces en las que busco un refugio para escapar de toda esta mierda. Algunas veces lo encuentro en mi familia y amigos, otras en la música... Pero la mayoría de las veces, y por desgracia, lo encuentro en el pasado. Es bastante triste tener que hacer eso pero hay veces que es la única manera. Es increíble ver cómo cambian las cosas de un año para otro, de un verano para otro e incluso de un día para otro. En mi caso siempre que algo cambia suele ser a peor y, quizás sea por eso por lo que prefiero refugiarme en ese pasado en el que todo era mejor y menos complicado. Las relaciones, al igual que el café, se enfrían con el tiempo y con alguien que antes érais como uña y carne ya ni os saludáis. Creo que no hay nada que duela más que intentar que las cosas sean como antes y no poder. Esforzarte, regar todos los días la semilla y nada... Nada es como antes porque, al igual que las cosas, las personas cambian. Igual hasta eres tú quien cambia y, sin darte cuenta, estás poniendo esa barrera que hace que nada sea igual que antes. Últimamente estoy aprendiendo (o intentándolo) a no mirar hacia atrás. A tirar hacia delante sin pensar en lo que he perdido a lo largo de la vida porque, si vivimos lamentándonos del pasado puede que no lleguemos nunca a disfrutar de nuestro presente.