martes, 7 de julio de 2015

Como heridas que nunca cierran.

Estamos llenos de cicatrices, se podría hasta decir que hechos de ellas. Una por cada recuerdo de esos que te marcan de por vida. Sin embargo hay heridas que nunca llegan a sanar del todo, no se convierten es esas cicatrices que ya no duelen, son mucho peor. A veces, cuando menos te lo esperas, una de esas heridas se abre y comienza a sangrar. Es entonces cuando vuelves a impregnarte del dolor que causaba el recuerdo que esa herida contenía... Con el tiempo muchas de esas heridas llegan a ser cicatrices pero otras nunca lo son. Yo creo que todos tenemos al menos una herida de esas, otros incluso varias, dependiendo de la vida que cada uno ha llevado. Yo creo tener solo una herida abierta, pretendo ser más fuerte que ella pero hay veces que empieza a sangrar y no puedo pararla, entonces lloro queriendo que cese, que el recuerdo que guarda deje de atotmentarme... Y nada. Supongo que tendré que aprender a vivir con esa herida que se abre de vez en cuando (más a menudo de lo que me gustaría) y prepararme para las nuevas heridas que, a base de golpes, vayan abriéndose paso por mi piel. Dicen que nunca llegamos a conocernos del todo a nosotros mismos y quizás tengamos heridas que ni nosotros sabíamos que estaban pero algún día nos damos cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario